domingo, octubre 21, 2007

20.9.7

Incapaz de separar.
Corro y doy vueltas en vano
y aunque estés lejos, lejos no siento
lo que produces, lo que consiento
con cierto disimulo
escondo
y luego se va
y luego te vas
y luego no está
y al fin ya no estás
y pienso que, a veces no es tan malo
estar solo, como antes, como siempre,
sin matices
sin narices
sin palabras que limiten, sin amigos que imiten
las nostalgias, los caminos
los cariños incrustados en aquél atardecer
y amanecer, perdido, con el sabor en la
boca de tu boca, en el cuerpo extendido
después de lo prohibido
abrazando las columnas de algún sueño
dueño de las reconquistas
sin cambiar
ni rozar
y pelear
sólo cantar, cambiar, lograr, armar, amar, volar. creer
desfallecer
entumido en la fragancia
habiendo caído en ansias
de temer
enloquecer
con el pecho enloquecido
sin creer en lo que he sido
despertar
sin querer
comparándome las manos, en el lecho más humano
el placer
y al final
responder
refugiar
renacer...

viernes, octubre 19, 2007

esperando a nadie

... argumento inultilmente, tal vez, aunque pretendo
no saber, ni siquiera darme por enterado,
de alguna manera autómata o pequeñamente
irracional.
Esquivo mis propias vagas ideas de idealismo
importado, mientras aún no gestiono la
conclusión asertiva sobre el movimiento
eólico de el año entrante; ni del presente,
asumiendo profundamente, sucumbiendo una
vez más y como siempre a la lejanía y al
asombro simultáneo y rígido que libera
las angustias pasajeras del tren de la
grisácea ciudad...

escRibO

Escribo porque brillas y te ocultas de mis alas
porque bailas este ritmo de sonrisas y piruetas
porque estás y luego no, y te tapo con mi capa
esperando que al segundo reaparezcas en mi vacío.

Escribo cuando triste, cuando alegre, cuando fome
y de cuando en vez solemos combinar nuestros poderes
cuando embisto de cabellos incrustados en la almohada
cuando hablas sobre Eustaquio, mientras soplas las palabras.

Escribo adormecido del recuerdo del futuro,
del pasado alimenticio en la cadena de este mundo
de lombrices y verduras, de satélites, de soles,
del destino en espirales que siguieron este rumbo.

Escribo sin sentido, aún sintiendo lo que siento
¿sentirás este sonido como siento tus sentidos?
sensaciones sentiremos, somos cientos de sentires
sentiré pero, no sin ti iré a sentir.

jueves, septiembre 13, 2007

un rato en la tierra

... lentamente voy dejando de comparar los días de infortunio triste, aquellos que solían separarme de la irrealidad de mis pensamientos más escarpados.
Minuto de silencio.
Horas.
Creo que ya meses.
Asumiendo consecuencias hipnóticas de desequilibrio sobreexpuesto bajo la sábana de grises lamentos vespertinos, inundando los colores de los caminos cotidianos.
Con los pies sobre la ciudad del destino, y vestido como siempre, entre rojos y temores, trato de ocultarme de mi mismo, aunque sea dejar pasar mi sombra y seguirla, para calmar mi curiosisdad y saber que hace, ¿qué será capaz de hacer?.
Otra vez me detengo a intentar convencerme de conclusiones sin sentido, mientras pienso.
¿He dicho que me carga pensar?, tal vez sólo pensé en decirlo.
... y nuevamente estoy sentado solo en medio de las ovejas.

reyes

Sus mundos de terciopelo verde se unieron fantásticamente, como en los viejos cuentos. Como en las apolilladas palabras ancestrales de los ascendientes.
La corona se posó en Escocia, los monarcas homenajearon y saludaron al pueblo, visitaron hasta los más lejanos escondrijos de la ciudad para el tributo.
Agradecidos, tomaron sus manos, y las alzaron hacia el destino, envueltos en futuros oníricos y cabezas de ruido armonioso. Durante la tarde, antes que el sol vistiérase de recuerdo, juraron impermeabilizar juntos con pinturas de cariño y versos, el castillo que construyeron junto a las flores pigmeas, frente a la palmera de sus sueños, a los árboles sin nombre, y al no pasto de la normalidad.