domingo, junio 08, 2008

Lúser

Casi ciego,
merodeo por los rincones claustrofóbicos de mi mente
nubosidad imparcial,
me atajan los sentimientos culpógenos extranjeros.
A perder se ha dicho
pero perder con locura
nefasta y sangrienta,
nunca hube de merecer tanta empatía y a la vez no poder aceptarla.
Incrédulo y sonámbulo otra vez.
No creo en las santas y puras falsedades que erigieron,
ni las que eligieron,
corrompo el sigilo estrepitoso que escondía en lo más entrañable.
¿Alguien se dió cuenta de las inoportunidades de salvarse?
¿Quién desorbitó los acentos del orden de mis palabras sin rumbo?
Se cae a pedazos cada gramo y cada parte de un ara que elaboré
en pos de la entrega y el encanto de una sonrisa intelectual.
Ya no podré llamar ni correr a destiempo por los pasillos inmunes de envidiosa envidia.
Ya no alcanzaré a descifrar las superficies elucubradas bajo los echos vespertinos
de los malditos días.
Otoño, hoy reniego que fuiste parte de la esperanza
cuando el viento espolvoreaba los pseudónimos a ras de vida,
cuando el canto de los paisajes acinturados no fueron capaces de devolverme,
devolverme a mí y en mí,
las ocurrencias rebeldes que trascendían después de los día a día nefastos.
Se me escurren los mañanas en la mente, en los futuros, en los presentes.